A menudo, los niños pequeños se caen. Independientemente de las causas (haber corrido, la irregularidad del terreno, no haberse fijado si había un obstáculo en el suelo, utilizar calzado inadecuado, etcétera) la cuestión es que hay caídas que asustan (mucho).
Se nos encoge el corazón cuando nuestro hijo o hija se da un traspiés y se cae de bruces. Las primeras veces corremos a levantarle inmediatamente del suelo. Proteger a nuestro hijo es un instinto innato y tener miedo de que se haga daño es completamente lógico. Sin embargo, muchos padres tienden a sobreproteger y limitan en extremo y constantemente el campo de actuación de su niño para evitar por todos los medios que enferme o se lastime hasta en los actos más cotidianos.
Es indudable que un niño pequeño necesita una vigilancia constante, porque hay cosas que aún no controla y no conoce el peligro. Por eso es importante que estemos alerta para evitar que se haga daño ante un riesgo evidente, pero sin poner límites a todo lo que vayan a hacer lanzándole cada dos minutos mensajes negativos del tipo: 'te puedes hacer daño', 'eso es peligroso', 'cuidado con el columpio', etc. Resulta mucho más positivo hacerle sentir que se vale por su cuenta sin inhibir su iniciativa y que no tenga la sensación constante de que todo lo que va a emprender es peligroso.
Por supuesto que es importante prevenir los accidentes, pero, muchas veces, no hay nada que pueda hacerse hasta que suceden. Y en esos casos, resulta esencial que los papis y mamis sepamos cómo actuar ante los golpes y magulladuras infantiles
Os presentamos continuación algunos consejos para afrontar esos “pequeños accidentes” de los niños. En su mayoría, implican hacer uso del sentido común, mientras que otros, se enfocan en la comprensión de ese cerebro emocional que todos poseemos.
Como en todos los momentos de incertidumbre, confusión, disturbio y estrés, lo importante es mantener la calma. ¿Por qué? porque si nos dejamos llevar por el terror, puede que hagamos el problema más grande.
Si nos detenemos a pensar por un momento, si el niño o niña ya está asustado, al vernos entrar en pánico, su angustia crecerá y el resto del malestar también.
Esto no quiere decir que los padres y madres deban reprimir sus emociones, sino de procurar no perder el control de la situación a pesar del miedo, ya que esto ayudará mucho a los niños.
Mantener la calma ayuda a tomar decisiones más acertadas para resolver la situación.
Otro de los consejos para afrontar las caídas de los niños tiene que ver con dar palabras de aliento y mostrarles a los niños que cuentan con el afecto y la protección de sus padres.
Es muy frecuente que durante sus primeros pasos o al aprender a pedalear, un niño tenga caídas y luego ya no quiera volver a poner los pies en el suelo o tomar la bicicleta. Se trata de una reacción normal que forma parte del instinto de supervivencia.
El miedo a volver a tropezar a veces frena al niño de hacer una cosa u otra. Por eso los padres deben motivarlos a no darse por vencidos.
Las herramientas que brinden los padres y madres durante los primeros años de vida serán cruciales para la formación de una autoestima sana en los niños. Por lo tanto, la presencia, el cariño y la asertividad de los padres y madres es tan importante.
Ante una caída que no ha pasado a mayores, un simple tropezón que causa rasguños, hay también que enseñar que el juego ha de continuar.
Si luego de caerse el niño no quiere volver a intentarlo, detén el juego y escúchalo. Es importante conocer cómo se siente y respetar su decisión. Presionar al niño para que actúe con naturalidad cuando no se siente preparado, puede incomodarlo aún más.
En otras palabras, al animar a ponerse nuevamente de pie y continuar con la diversión se les brinda una lección (sutil) de resiliencia que acompañará al niño toda la vida.
Por otra parte, es fundamental desinfectar y tratar la herida al momento. De igual modo, hay que darle un seguimiento para ver cómo evoluciona la cicatrización.
Los padres deben tener paciencia a la hora de enseñar a sus hijos a no tocarse, rascarse ni ensuciarse la zona donde tienen la herida.
Otro de los consejos para afrontar las caídas de los niños tiene que ver explícitamente con los mimos. Y es que, los mimos también son necesarios para crecer sanos y fuertes. Recuerda que dar afecto y consuelo no es lo mismo que sobreproteger.
¡Ah! Tampoco debemos Juzgar su dolor. Él o ella sabrá si le duele o no y cuánto.
Y es que tal vez no podemos hacer que el dolor desaparezca, pero sí aprovechar todas las situaciones para dar mensajes positivos a nuestros niños y que se sientan protegidos y respetados