El colegio está a puntito de comenzar , y es el momento para las mamás y papás de toparse con la rutina vinculada al regreso a casa de los niños y los adolescentes después de las clases. La incipiente pregunta a la que – normalmente – la respuesta se ha vuelto un estándar internacional como los colores del semáforo: “¿cómo te fue hoy?”, “normal”, “¿qué habéis hecho hoy en clase?”, “nada”.
¿Te suena familiar?. Es como si todos los niños y niñas y adolescentes del mundo fuesen al mismo colegio, al “Colegio de la Nada”.
Pero no es por el hecho de esconder un secreto ni porque son seres “extraños”, en particular, los adolescentes por lo que no son entusiastas de contar su día. La mayor parte de las veces evitan responder o posponer la respuesta porque están mental y emotivamente exhaustos: “Pueden divertirse en la escuela con sus amigos, pero están también en estrecho contacto con compañeros que no han elegido. El equivalente para un adulto podría ser pasar nueve meses del año en largas reuniones cotidianas junto a 20 o más individuos de edades parecidas, luego volver a casa y contar de modo entusiasta todas las novedades”.
Lo que se desea hacer, después de un día cansado de trabajo, es todo lo contrario: No volver a pasar por todo lo que sucedió en la oficina, sino estar en silencio y distraerse
El caso es que muchas veces en tu preocupación por saber cómo les ha ido el día a tus hijos en el colegio terminas sometiéndolos a un intenso interrogatorio. Y si te responden con monosílabos, te llenas de impotencia o frustración. Por ese motivo es importante poner en práctica algunas tácticas y estrategias, para lograr que se explayen y te confíen sus experiencias en las aulas sin sentirse presionados por el exceso de preguntas.
Aquí van nuestro pequeños consejos:
1. Aprende a preguntar
Evita las preguntas cerradas en las que te puede responder con un sí, no, bien o mal. ¿Qué fue lo mejor qué paso hoy en tu clase?, ¿cuál es la parte de tu colegio que te gusta más?, ¿en qué momento te aburriste?, si pudieras elegir, ¿con quién te gustaría sentarte? son algunas preguntas que pueden ayudarte a obtener respuestas más detalladas y te permitirán saber si tu hijo o hija se siente cómodo con sus compañeros y profes.
2. Elige un momento oportuno y escúchalo sin interrupciones
Nunca trates de conversar con tu hijo o hija cuando estés haciendo otras tareas y no puedas prestarle la debida atención. Debes encontrar un momento en el que ambos estéis tranquilos y podáis hablar sin interrupciones. Y si puedes mantén lejos los aparatos electrónicos. Móviles, televisión, ordenadores… teóricamente están diseñados para facilitarnos la comunicación, pero a menudo entorpecen el diálogo con las personas que tenemos más cerca. Por eso es importante que mantengamos los dispositivos lejos para que no interrumpan la conversación con nuestros hijos y les dediquemos los cinco sentidos.
3. Empieza tú.
Cuenta lo que has hecho mientras él o ella estaba en clase. Seguro que esto le ayuda a querer contar él lo suyo. Y si no se puede establecer un pequeño juego, “Ahora tú, ahora yo”
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3. Fomenta el diálogo y no impongas tus ideas.
Sobre todo en el caso de los adolescentes, No juzgues ni censures lo que te cuenta. Muchas padres y madres comenten este error inconscientemente. Si te comenta que un amigo fingió estar enfermo para no hacer un examen, evita decirle cosas como: “pobre de ti, si haces lo mismo. Te castigo un mes sin salir de casa”. Así estarás muy lejos de fortalecer la confianza entre los dos, reforzarás su hermetismo y, después, no te contará nada. Pensará que, si no estás de acuerdo con algo que te dice, te enfadarás y lo censurarás.
En estos casos, lo mejor es preguntarle si cree que su amigo hizo lo correcto y por qué. De esta forma sabrás cómo piensa, se dará cuenta que valoras su opinión y podrás aconsejarle.
4. Comienza con una observación concreta.
A menudo los niños tienen dificultad para contestar preguntas inesperadas. Hacer una observación les permite relacionarla con algo.
Ejemplo: “Me han dicho que este año sois más niños y niñas en clase, ¿Cómo lo llevas?, ¿Te gusta más?”
5. Recompénsalo cuando te cuente cosas.
Aunque no con cosas materiales. Por ejemplo con un beso, una sonrisa, o “Cuanto me gusta que me cuentes cosas y hablar contigo…»
No hay que olvidar que cada niño es único, unos hablan más y otros menos, también la edad y el aprendizaje irán haciendo que desarrolle esa capacidad de comunicación. Pon en práctica estos pequeños consejos y cuéntanos si funcionan.